A pesar de las dudas
con el estado del tiempo, a primeras horas de la mañana, lo cierto es que
quedó un día magnífico para enfrentar la
primera etapa de la Ruta del Sol.
En la salida nos topamos, además de los habituales, con
Vituco al que hace 3 semanas que no le veíamos, Miguel G5 –casi 1 año, al
menos-, Xurxo, otro tanto de los mismo, Toñito –algo más de un mes, Javier
Mirón –se lo pasó pipa” y un ciclista del cual desconozco nombre y procedencia.
En definitiva un numeroso grupo en el que también iba Javi, falto de entreno y
con un virus gastrointestinal que le tenía a mal traer.
Por cierto, no echamos en falta a los ex –pros que nos
acompañaron últimamente. El grupo fue llevado en la práctica totalidad del
trayecto por Javi y aquí es dónde se nota la diferencia entre la gente. Lo que
voy a decir no es, evidentemente, nada nuevo, pero conviene recordarlo de vez
en cuando. Cuando Javi decide venir con nosotros se comporta como uno más del
grupo: si hay que tirar en el llano, tira; en la subida, “panseniño”, que no se
quede nadie; si hay que empujar a alguien, empuja; si se le pide que afloje,
afloja, etc. En una palabra, no tiene nada que demostrar y se acopla con total
normalidad. Claro que esto no es exclusivo, he visto a otras personas hacer lo
mismo: Ojea, Quique, Pablo Pardilla, Sergio, Rocha, Eladio, Moncho, Eduardo,
Miguelito…, quienes a veces coincidieron con nosotros, de otros no puedo decir
lo mismo, de ahí que el personal celebrase la ausencia de alguno en nuestro
grupo.
Otros dirán que el tal Javi, el domingo pasado no tuvo un
comportamiento igual al que hoy describo y tengo que darles la razón. Por lo
visto tensó sobremanera a algunos de los ex-pros camino de Festín hasta
Pontevedra. Hubo gente que se quejó por hacerla sufrir tanto, pero…, me
pregunto, ¿por qué se usa una distinta vara de medir a las mismas situaciones?,
es decir, cuando alguno de los ex-pros nos hace “crujir” los dientes a los de
las 9.00, está justificado, pero cuando un pro les hace “crujir los dientes” a
ellos, entonces está muy mal. Me lo expliquen? En todo caso, sabed que pocas
cosas son fruto de la casualidad y más bien cabe aplicar aquello de “donde las
dan, las toman”.
Volviendo al recorrido de hoy, nada reseñable hasta La
Lanzada, dónde se aceleró el ritmo de tal manera que algunos compañeros que
cité más arriba, aún faltos de forma ,optaron por dar la vuelta, Toñito nos
vino al encuentro por San Vicente. En este tramo Javier Mirón proclamaba, voz
en grito: “no hay cojones a dejarme atrás en A Lanzada, no hay…”
Subimos directamente hacia San Vicente sin meternos en el
Grove por aquello de la festividad local. Al salir a la carretera de A Lanzada
nos cruzamos con los pros, quienes tuvieron que parar merced a dos pinchazos,
-ya nos parecía demasiado el retraso-. Continuamos ruta en tanto que Álvaro y
Javier Mirón se retaban para el Sprint de Poio. Por lo visto ya lo implementan
para lo sucesivo. Tito toma para la Armenteira y Escusa.
Con Javi llevando a grupo, iniciamos la subida a Poio; sin
embargo, cuando se va a producir el esperado y deseado Sprint, a Javier Mirón
se le afloja el cierre de su rueda trasera con lo que la misma se queda frenada
contra la vaina. Parada consiguiente y se va al traste el envite. Decir también
que el ciclista que nos acompañaba por primera vez sufrió un pinchazo pasada la
ermita de A Lanzada. Nos dijo que continuásemos ruta, algo que hicimos ya que,
por otra parte, también nos metió un buen estirón allá por la gasolinera de O
Grove, después de venir todo el tiempo atrás, cosa tampoco cayó muy bien que se
diga por lo que no aprecié ganas entre el personal de pararse.
En la llegada 30,5 km/h de media y frescos como lechugas.
Muy buena crónica,además suscribo lo escrito por master.Con nosotros nadie tiene que demostar nada,y el que quiera sopas que coja una cuchara.Y mirar bien quien escribe.Por otra parte estuvo bien en no empeñarse en llevar a remolque a los que andamos menos,así da gusto ir con vosotros,con la tranquilidad de "si no puedo, bajo el ritmo y voy a mi aire"Otra cosa es que alguien se encuentre mal y dejarlo solo,que ese no fué el caso.Un abrazo,Antonio Ventín
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