Grupo de las 9:00. Sangre, sudor y lágrimas

Once ciclistas perfectamente alineados en la salida; contábamos con Sito  Javi –el hijo de Tito- aventurero al meterse en semejante recorrido para empezar y Javier Rivas; aparece Rafa sin casco, dice que se le olvidó aunque creo que lo que quería era darnos esquinazo.

Nos ponemos en marcha con la idea de encontrar un recorrido alternativo de aproximación para encarar la subida al Pituco salvando la vía rápida pero, una vez más nos dimos con ella de bruces, un fangal nos esperaba, pié a tierra, zapatillas llenas de barro y primeros voceríos poniendo al guía a caer de un burro por decir algo suave; pensé que Álvaro daría la vuelta del soberano cabreo que cogió ¡menudo vocerío!, mientras tanto, Tito “bajaba” a todos los santos del cielo al ver sus flamantes zapatillas de estreno impregnadas de barro  pegajoso, ese que no se consigue quitar.

Poco duró la calma; en la subida al Pituco cada uno fue cogiendo el ritmo, aquello era un rosario de gente que iba pululando por la cuesta. Me afanaba, en tanto, en ir arriba y abajo para hacer alguna  toma de vídeo -¡que cansado es esto!, ya no estoy para estos trotes, de modo que entre la mala luz que había con la atmósfera tan baja, en el lago de Castiñeiras decidí meter la cámara en el bolsillo-. La principal incidencia que se produjo en la ascensión, la protagonizó Isidro muy a su pesar; tuvo un bajón acusado de tensión y sufrió lo indecible; llegó pálido como la cera, tal era su estado que decidió volver para casa; le acompañaron Sito y Ventín dado su estado, (Por cierto, Isidro me encarga que públicamente agradezca, en su nombre, el gesto que tuvieron los dos compañeros con él).

Iniciamos la bajada y al llegar al cruce que toma para Vilar, Alberto está parado en el mismo para marcar la ruta, nos dice que pocos metros antes Eduardo le adelantó en la bajada y que no oyó sus gritos de advertencia, de forma que nos quedamos sin el 4º integrante. En el descenso es Tito el que “sale por las orejas” de la bici; en la subida de Vilar al Lago, nos enganchamos Tito, Javi y yo y nos vamos al suelo; Javier Rivas les dice al grupo: - “nada, non fagades caso que deben de estar resolvendo algunha disputa familiar”. Camino de los “Carnivais” todos adquirimos una finquita aquí ó allá: Álvaro, Vituco, Tito, Berto, etc.; las trialeras, las resbaladizas cáscaras, troncos y ramas de eucalipto tuvieron la culpa.

Ya en la carretera de Vigo la serie de rigor antes de la estación de lavado; Alberto es el culpable,  - si Berto, si-. Calienta el cotarro y es respondido por Álvaro ya que es su terreno preferido, aún cuando esta vez traía menos “gas” que en otras ocasiones, ¿o no?. Se corta el grupo y nos reagrupamos en el lavado para terminar, minutos después, con el guisote de costumbre. Menos mal que no hubo heridos graves, ocasiones si hubo. xD.

P.D. Isidro, pásame un e-mail para enviarte los perfiles que me pediste.