En realidad la salida dominguera comenzó a gestarse, como
casi siempre, el sábado por la tarde. Las previsiones meteorológicas dejaban
claro que el amanecer del domingo nos iba a deparar una salida al monte y no
fueron equivocadas. El que no cumplió fue el Gaucho; todo ufano él, el sábado,
animando al personal y al final “falló el tiro” al no presentarse en la salida.
Claro que, si “el tiro” fuese de otra naturaleza a buen seguro que dónde
pondría el ojo colocaría la…, cosa.
Continúan los preparativos el propio domingo, allá por las
7:45 de la mañana. Intercambiamos mensajes para ponernos de acuerdo. Alberto
dice que se queda en la “muma”. El Gaucho ni sabe ni contesta y Toñito se
preocupa en demasía por cuál será el recorrido, “si voy a quedarme solo” y
cosas así. Le apunto que ponga un recorrido “a su manera” y de esta forma los
demás iremos tras él, cuales corderillos.Salgo de casa con una ligera llovizna y me desperezo camino de la Alameda donde ya están Josiño Burgos, Ventín y Javi. Mientras esperamos que den las 9:00, entre conversaciones y alguna que otra pedalada para desentumecer las piernas, -las mías todavía estaban resentidas de la paliza que me propinó, el viernes por la tarde, alguien que consideraba amigo- llega Vituco justo cuando emprendíamos la salida.
Ventín marca la etapa de Vilarchán y pone proa hacia Joaquín Costa para, por carretera, llegar a la rotonda Marcón-Puentecaldelas. – Etapa de recuperación, pensaba tan feliz por mis adentros. Enseguida volví a la realidad. El tal Antonio nos mete un ritmo de subida por el Sagrado Corazón, Tanatorio, Cementerio de San Mauro…, como si la misma “muerte” le persiguiese y claro mis piernas clamaban piedad. Lejos de aflojar un poquito inicia la subida hacia la rotonda sin cejar en su esfuerzo, saludando, al paso, a los perros de las casas por las que pasábamos y de los cuales parecía que fuese un viejo amigo. –Seguro que lleva al menos media hora de calentamiento, me digo. Ni una palabra más alta que otra; eso si, por lo “bajines”, comentarios: “¡joder como le da el cabrón!”, “¡después llora!” y otras lindezas al estilo.
Salimos de la carretera principal y avanzamos por cerca de las canteras de Porfirio Diz. Ya ni llovía y seguíamos subiendo con el mencionado que seguía a lo suyo. Ya sobraban los chubasqueros, las gafas llenas de vaho y se abrían las compuertas de las chaquetas ya que aquello no era normal.
Subiendo hacia Vilarchán, cruzando el monte ese que tiene
una subida cortita pero muy empinada, mientras alguien contaba las bondades que
tiene la corteza de sandía para las relaciones maritales, es cuando el
protagonista del relato sale de la cabeza y dice: -Pasad delante que esto yo lo
subo a pié. ¡Hala, para chulo tú!. La subida la completan montados Javi y
Vituco. Los demás empujando, unos más abajo y otros más arriba. Pensando que reagruparíamos
en la cima, otro disgusto; Javi y Vituco no paran y, al contrario, emprenden el
resto de subida hacia Vilarchán a todo trapo así que, de nuevo el corazón a
toda máquina y las piernas gritando el “¡Basta ya!”
Recupero el resuello cerca de la casa de Eduardo (profe)
mientras esperamos que lleguen Burgos y Ventín quien de nuevo pasa delante y la
emprende, a golpes de pedal, por el llano que va por encima de los Petroglifos
de Tourón. Bajada cuidadosa ya que la pista está destrozada por la lluvia caída
estos meses y, lo reconozco, arriesgo un poco para encarar la dura subida hacia
la fuente con algo de ventaja para que se me haga más llevadera. Vano intento,
el Javi, que ya me lee la intención, no pierde el tiempo y me pasa a medio
camino junto con Vituco. Unos 10 sg me meten en un pis-pas. Tiro con la
bicicleta, aliviamos líquidos y enseguida llega Ventín y Burguiños; por cierto,
¿dónde quedó aquel Josiño que hace dos semanas daba la vuelta en el Castrove
porque ya no podía más? ¿Sería que hoy venía atiborrado de la corteza de sandía
y ésta, además de ser buena para lo dicho anteriormente tiene unos componentes
apropiados para el rendimiento físico prolongado?
Subida tranquila hacia la pista principal, a partir de aquí
el perfil del recorrido se torna un poco más favorable, con lo que pienso: - lo
peor ya ha pasado. Solo fue una ilusión; Toñito se aplica mientras nos adentramos
en el monte; bajamos rápido, se tensaba en los repechos, se reagrupaba en el
llano, atravesábamos pozos de agua estancada “a lo loco” y nos llenamos de
barro hasta los ojos; del culo y espalda ya ni comento. Por fin llegamos al
asfalto donde Javi se lleva un buen susto cuando en una curva en bajada tiene
que tirar de freno y a poco no se va por un desnivel al no disponer de freno
delantero.
Nos esperaba aún algún sobresalto para no aburrirnos. En el abandonado circuito de cross es Javi el que nos mete una serie que nos deja tiritando a más de uno. Por si no fuera poco repite la maniobra desde la rotonda hasta el semáforo del campo de Marcón y es aquí donde Antonio dice: -¡Buff, esta serie me ha matado! - ¡Ya tardabas, la verdad! Tras un nuevo sprint en la gasolinera de Juviol, llegamos al lavado automático; dimos una buena ducha a las bicis y otro tanto de lo mismo a nosotros mismos para desprendernos de tanta porquería. Después de unas dos horas y tres cuartos de dar pedales dábamos fin a la mañana.
Última hora: el susodicho Antoñito se ha pegado hoy, lunes, de mañana, un partidito de paddel y “yo con estos pelos”. Mientras tanto ya he encargado un cargamento de sandías, por lo que pueda pasar.
Nos esperaba aún algún sobresalto para no aburrirnos. En el abandonado circuito de cross es Javi el que nos mete una serie que nos deja tiritando a más de uno. Por si no fuera poco repite la maniobra desde la rotonda hasta el semáforo del campo de Marcón y es aquí donde Antonio dice: -¡Buff, esta serie me ha matado! - ¡Ya tardabas, la verdad! Tras un nuevo sprint en la gasolinera de Juviol, llegamos al lavado automático; dimos una buena ducha a las bicis y otro tanto de lo mismo a nosotros mismos para desprendernos de tanta porquería. Después de unas dos horas y tres cuartos de dar pedales dábamos fin a la mañana.
Última hora: el susodicho Antoñito se ha pegado hoy, lunes, de mañana, un partidito de paddel y “yo con estos pelos”. Mientras tanto ya he encargado un cargamento de sandías, por lo que pueda pasar.
Saludos
La corteza de la sandía contiene malato de citrulina que interviene en el ciclo de la urea, parece se que dicha sustancia incrementa los niveles de bicarbonato que absorbe en parte el ácido láctico.
ResponderEliminarCuando llegue el verano hay que pararse en los puestos de carretera donde vendan sandías y todo dios a tomar sandía.
Un saludo Eduardo (M.)
Joder aquí,solo hace falta poner cualquier dato y te sueltan una tesis doctoral que se agradece todos los conocimentos ,pero yo la corteza en principio no pienso comerla pero ya se sabe"Nunca puedes decir de este agua no beberé ó este cura no es mi padre"..Gracias por la información,Un saludo,Antonio Ventín
ResponderEliminarPues nada Ventín llevate un bote de bicarbonato Perez Jimenez que lo hay con sabor a limón,
ResponderEliminarUn saludo Eduardo,
Muy bueno, jajajaja
ResponderEliminarCrónica excelente (como siempre ),por parte de Tino,aunque hay una cierta tendencia a la épica,cuando menciona a un servidor.La verdad es que yo lo pasé muy bien,incluso nos dió tiempo de echar una risas con el tema de las sandias.Como siempre digo "cuando se vá en buena compañía no hay camino malo".Saludos,Antonio Ventín
ResponderEliminarhacia tiempo que no lo pasaba tambien en bici. para postre de la laconada propongo sandia, (juan trianfaras)
ResponderEliminar