lunes, 29 de abril de 2013

Domingo, 28


Cuando caía la noche, el pasado sábado, recibo una llamada del routier, que me da cuenta de que venía de limpiar su finca de “O Ruzo”, en la misma orilla del río Verdugo y tras tres horas y media dándole a la desbrozadora su espalda la tenía hecha trizas, por lo que me propone salir el domingo pasadas las 8.30 h.
Llegado el día, me encuentro con que no sólo era él sinó que también estaba Toñito (con el cual no coincidía en la bici desde al menos 3 meses, luego de su lesión de espalda que le tuvo a mal traer durante ese tiempo). He de apuntar que no puso muy buena cara cuando me vio (muy posiblemente le pasó por la cabeza aquello de “¡dónde me he metido!”

Para animar a “semejantes” compañeros de viaje, les digo, allá por la gasolinera de Rivas:  - Venga, vamos; tenemos que aprovechar los primeros minutos, a medida que vaya pasando el tiempo el viento será más fuerte. No había forma; uno: - no me puedo sentar, no aguanto la espalda; el otro: - no soy capaz, me hierven las piernas.
Subida a Carballedo: Alberto con “todo metido”, 25 dientes de piñón; Toñito: sube piñones, baja piñones, “crack” por aquí, “crack” por allá; ahora me siento, ahora me pongo de pié. Y así como dos plañideras vamos haciendo camino. En los llanos de Carballedo el viento ya es importante y a rueda, “panseniño” van pasando los kilómetros.

Antes de encarar la cuesta de Famelga, Toñito tira la toalla, dice que se va con la música a otra parte. Miró el reloj, 18,8 km/h y me digo, los de las 9 h nos pillan antes de A Lama por lo que “de perdidos al río”. Convenzo a Ventinciño para que siga, que le pongo ritmo en la subida y que le llevamos. Se anima, no de buen gusto y continuamos. En el ascenso, Alberto se va por delante en tanto que le pongo a mi acompañante la marcha exacta que necesita, ni más ni menos. Alberto nos quita unos 3-4 minutos en la cima (según mis cálculos) y animo a Toñito diciéndole que en la bajada lo pillamos a lo que me contesta que en Aguasantas se va por Pontecaldelas. Poco antes de esta aldea alcanzamos a Alberto que se iba dejando caer, gimiendo por todas partes, eso si. Convencemos de nuevo a nuestro amigo y le decimos que ya puesto que prosiga hasta Caritel y luego que baje por Pontecaldelas hacia Pontevedra. Este tramo debe ser algo “milagreiro”, ya que a Alberto se le pasan los dolores de Espalda y Toñito lo hace con más decisión.
Después de separarnos en Caritel  le digo a Alberto que se meta a ruediña y que se esconda todo lo que pueda. Hacemos la bajada a todo lo que podemos, subidas a ritmo y no perdemos el tiempo en los pocos llanos. Alberto me pregunta en qué lugar seremos pasto de los de las 9.00 y le contesto que en Pazos de Borbén. El caso es que llegados a esta localidad y desaparecidas las quejas y “laios” de mi amigo, observo que ha cogido ganas, lo cual aprovecho para aumentar la marcha. Cuando íbamos completando el repecho -antes del llano- miro a mi izquierda, a lo lejos, desde donde se divisa la bajada del campo de fútbol de Pazos; no observo a nadie, con lo que deduzco que los de los 9:00 ya estaban metidos en el propio pueblo.
Iniciamos la bajada y a medio camino nos cruzamos con Javier M. y Fernando Huelín  -subía hablando por el pone-, les saludamos pensando que iban al encuentro de los que venían por detrás y continuamos la marcha cuando, justo después de pasar el Castillo de Soutomaior, nos dan un susto de muerte los de las 9:00. Nos pasan por sorpresa, empastillados sin habernos dado la más mínima voz de aviso. Como eran bastantes conseguimos rehacernos de la sorpresa y somos quienes de pillar rueda antes de que nos pase el último. Entre el terreno favorable que quedaba de bajada y con la inestimable ayuda del viento del norte –en contra- vinimos “instalados” en medio de grupo. Alberto cedió un poco en el Mercamueble y Javi se dejó caer para echarle una mano, en tanto que el grupo ralentizó la marcha; todos a una, sin disensiones. Ya juntos de nuevo y a pesar del fuerte viento, relevan en cabeza Eduardo, Javi, Rocha, Eladio se va a fuerte ritmo. En el repecho de la panadería Javier M., como siempre trata de lanzar su sprint; aprieta lo que puede pero el viento es su peor enemigo y enseguida vuelve a meterse en el grupo. Se produce un pequeño corte pero enseguida nos reagrupamos de nuevo y así llegamos a la Alameda.

Poco después llega Nando H., quien, con el rollo del teléfono, no fue capaz de coger rueda y Josiñó que se quedó del grupo justo antes del llano que encara la bajada para Soutomaior (creo recordar).
Sabed que, alguno del grupo suponía, ya que no lo sabía, que íbamos por delante y de ser el caso, que lo fue, quería sacarnos la pegatinas; algo que consiguió, por cierto.

Hasta la próxima crónica que dios sabe cuando será.

1 comentario:

  1. Crónica muy acertada y exacta,hasta donde me llevasteis.Agradeceros la paciencia infinita,desarrollada,para llevarme a rueda.Pero es lo que hay,hoy por hoy no soy capaz de más.Y eso que Alberto,se ha esforzado lo suyo para ponerme "en forma".saludos,Antonio Ventín

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