Salida con la gente de costumbre; reaparecía Ferro y un amigo de Eladio. En la rotonda de la avenida de Vigo se nos unió Moncho que realizó la misión de guardián del grupo.
En realidad no hubo nada destacable que contar, fuimos a un ritmo cómodo hasta Arcade y una subida a Amoedo comandada por Eduardo, el cual tuvo un rifi-rafe con Alberto cuando llegamos al llano ya que ahí dejó la tostada, hasta Pazos, para otros. Paco Lago se desvía hacia Redondela en tanto que los demás seguimos la ruta prevista; creo recordar que en las subidas, Eduardo seguía quemando sus naves, de forma incomprensible a mi modo de ver, en tanto que yo siempre iba cerrando el grupo, unas veces a rueda de Ferrito que me ponía el ritmo y otras con algún empujón que me propinaba Isidro.
En el cruce de Forzáns, Tito, Alberto, el amigo de Eladio y yo nos venimos hacia Pontevedra. Berto tenía que ir al Ruzo, así que yo, gustoso, me dejé llevar; el amigo de Eladio, por otra parte, quería volver pronto para ver el triatlón de Vigo, nos dijo. Alberto le invitó, en el tramo de la carretera cortada a que fuese delante y debió coger el desvío de Anceu en tanto que nosotros seguimos por la carretera cortada, con lo que debió llegar más tarde.
Los demás, a saber, Moncho, Isidro, Álvaro, Vituco, Ferrito y Eduardo se van hacia Xende, -mala compañía para Eduardo,- nos dijimos.
Me cuentan que en la subida a Xende, Eduardo se queda en las rampas duras de antes de la iglesia, no obstante, Moncho pone ritmo llevadero para que entre en el grupo, cosa que hace con el plato metido y les da un repaso. No obstante en la subida hacia las Ermitas de nuevo se queda un poco y también, otra vez, Moncho ralentiza el ritmo para que se una a ellos en As Ermitas; sin embargo y sin que nadie comentase nada, más de uno llevaba en la cabeza aquello de “mucho tendrá que darle para cogernos en la bajada” -no los conoceré yo-, y así fue, Eduardo no consigue conectar y Moncho trae al grupo, viento en popa, a Pontevedra con una media de 27 km/h.
Llegando a la cumbre de las Ermitas el grupo empezaba a bajar y cuando descendía, el dedo gordo de la mano izquierda me empezó a sangrar a chorro ya que días atrás había sufrido un corte con el cuchillo de cocina, parando en la primera fuente que encontré y realizando unas curas de emergencia en un bar y siguiendo a ritmo lento hasta Pontevedra.
ResponderEliminarUn saludo Eduardo